domingo, 13 de octubre de 2013

Cortés y sus fantasmas




Seguimos con la moda: hablar de Hernán Cortés y de su eterna enamorada, la Malinche; no es que ya este cansada de contarles de ellos, al contrario, estoy de lo más contenta al conocer los diferentes rostros que estos grandes autores nos brindan de estos personajes históricos, pero lo malo es que los confundo, así que sí llegase a repetir algo ya escrito en participaciones anteriores es debido a dicha confusión.

     La obra que toca en esta ocasión lleva por título La noche de Hernán Cortés y fue escrita por Vicente Leñero.  En esta obra encontramos al mejor de todos los Cortés vistos hasta ahorita (si esto lo mencioné antes, perdón) porque ya está casi en el punto final de su vida y delira constantemente y gracias a las descripciones de Leñero, podemos asumir que fue en decadencia. La tarea de Leñero es mostrar cuatro etapas de la vida de Cortés, de las que según él, fueron punto clave para crear el mito sobre su vida: su estancia en Cuba, Cempoala, Coyoacan y Sevilla. De una manera breve estos son los momentos esenciales: cuando conoce a Catalina y es obligado a casarse con ella, cuando conoce a la Malinche y la lleva consigo, cuando recuerda las matanzas, la llegada de Catalina a México para ser asesinada y al viejo Cortés delirando en Sevilla, que trata de escribir la historia a su manera y mejor conveniencia. La Malinche de esta obra trata de quedar como una especie de mujer maravilla en las escenas finales, y es justamente cuando le arroja la lanza a Cortés; dicha escena me parece absurda. La escena que es totalmente denigrante y que posiblemente fue cierta, es cuando la Malinche es ofertada ante Cortés y le hacen tocamientos como si fuese una mercancía (que realmente lo era).

     Aquí otro factor interesante es que a lo largo de toda la obra Cortés va ser atormentado por unos cuantos fantasmas que representan sus cargos de conciencia, de todo el mal que hizo en México gracias a sus absurdas ambiciones, y que afortunadamente en eso se quedaron, porque no consiguió un puesto como gobernante y mucho menos riquezas. El fantasma más importante es el de la Malinche, claro, era el de una mujer dolida por las traiciones de su amado.

    Lo que nos deja entre ver esta obra es que posiblemente lo que ahora conocemos como Historia tal vez no sucedió así, y lo digo de manera general, no solamente de este momento de la Historia en México. No hay que dejar de lado la teoría, que en este caso fue aportada por Hayden White, llamada El texto histórico como artefacto literario. Dicho texto habla de lo qué implica el escribir la Historia (he ahí el enlace con la obra de Leñero); una pregunta fundamental podría ser: ¿cuáles son las formas posibles de representación histórica? Quizá sea un tanto erróneo y arriesgado responder a esta pregunta, pero considero que después de tantas versiones que he leído sobre la estancia de Cortés en México, me pregunto ¿cuál es la real o la que al menos se acerca más a la realidad? Sé que la mayoría de los escritores hacen la aclaración de que se basaron previamente en textos que realizaron algunos cronistas o frailes, pero, quién nos garantiza que son meras invenciones; es aquí cuando el lector debe de buscar la coherencia que nos dice White "un buen historiador profesional es la coherencia con la cual recuerda a sus lectores la naturaleza puramente provisional de sus caracterizaciones de los acontecimientos..." p. 109. Esto me dice que el escrito que me cuente un hecho histórico debe tener lógica.

   Cortés siempre vivirá en nuestro mundo al igual que la Malinche, es por ello que los escritores los retoman algunas veces como personajes de sus obras.

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